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Mercado de Legazpi. Comentarios a la propuesta municipal.

2 Mar , 2016  

Por Eduardo Mangada.

Hay que agradecer que los responsables municipales respondan a las demandas ciudadanas, aportando una solución concreta, definida en términos gráficos y numéricos, explicando tanto los componentes de la misma como las razones que la condicionan y justifican. Igualmente hay que agradecer la entrega de la documentación oportuna, facilitando así una participación real y eficaz, ya que con ello se permite que los vecinos puedan objetar los aspectos menos satisfactorios de la propuesta y sugerir aquellos otros que estimen necesarios para sus aspiraciones, concretadas estas últimas en un programa de actividades ya entregado con anterioridad al Ayuntamiento.

Estas notas quieren ayudar, desde un punto de vista profesional, a los vecinos y a la administración, para depurar la propuesta, haciendo compatibles las aspiraciones ciudadanas y las necesidades municipales, entendiendo el Mercado de Legazpi como una pieza urbana de gran importancia.

—->Ver Proyecto del Ayuntamiento de Madrid

A. EL EDIFICIO FRENTE A LA PROPUESTA MUNICIPAL

a) Mercado de Legazpi. Un edificio con vocación de ciudad.

Con este título publiqué, junto a Sergio Martín Blas y Gabriel Carrascal, un artículo (se adjunta a estas notas) en el que se exponía cómo entendíamos este gran espacio, este gran triángulo, como una pieza de la estructura física de Madrid y su potencial para acoger una serie de equipamientos públicos junto a la cesión de una parte del edificio a EVA para acoger las actividades culturales, lúdicas, docentes, productivas, etcétera, cívicas en resumen, que se propone llevar a cabo este colectivo ciudadano.

 

b) Una plaza arbolada

 

En el artículo citado se le da especial importancia al valor que el gran vacío central del mercado, definido por las tres alas edificadas, como oportunidad para implantar una nueva plaza pública, abierta las veinticuatro horas del día. Una plaza como lugar de estancia y tránsito entre la Plaza de Legazpi y Madrid Río. O, en sentido inverso, una penetración del parque lineal del Manzanares hacia el corazón de la ciudad.
Una plaza que por su ligazón con Madrid Río, el carácter adusto de los edificios que la delimitan, así como la dureza del entorno urbano inmediato, reclama un tratamiento arbolado con especies de gran porte. Una plaza desde la que se acceda a los distintos usos que se alojen en los edificios que la delimitan, especialmente en su planta baja.

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Por esta razón entiendo muy negativa la propuesta de edificar, para usos administrativos, el corazón del mercado, el gran triángulo vacío, rompiendo su rotunda unidad y transformando las zonas arboladas en un conjunto de patios residuales. Por la misma razón, entiendo inadmisible la construcción de sótanos bajo rasante, negando así la condición de terreno natural sobre el que asentar la masa arbolada, permitiendo su enraizamiento profundo en una tierra fértil.

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Por esta razón, entiendo artificiosa la pretendida recuperación del espacio público como una “plaza elevada” construida sobre la cubierta de la nueva edificación, a la que se accedería de una forma forzada y disuasoria desde la Plaza de Legazpi o desde Madrid Río. Además, un tratamiento troceado, como un mosaico, asignando a cada tesela una función explicita y acotada, es algo que viene a negar la condición imprescindible de un espacio neutro, capaz de albergar muchas actividades a lo largo del día y del año, condición imprescindible para que una plaza pública sea realmente un espacio común.
Por todo ello, en mi opinión debe suprimirse esta edificación y conservar el carácter de espacio abierto sobre terreno natural.

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c) Espacio para la administración

Si al suprimir la nueva edificación que ocupa el triángulo central se disminuye la capacidad de acogida del número de funcionarios previsto por los servicios municipales, debería reconsiderarse el número de puestos de trabajo (dos mil funcionarios), antes que vulnerar el carácter básico de este edificio y su potencial oferta como pieza urbana. Una supresión que supondría una disminución significativa (sumadas las construcciones sobre y bajo rasante) de los metros cuadrados a edificar y, por tanto, del coste de la operación.

d) Aparcamientos

La supresión de la planta y media bajo rasante, en dos niveles, supone la eliminación de las plazas de aparcamiento subterráneas en el ámbito del edificio existente. Si son necesarias para garantizar el buen funcionamiento de las actividades a localizar en el Mercado de Legazpi, puede buscarse un acomodo eficaz y económico bajo la calle del Maestro Arbós y en el espacio libre junto al Matadero, una vez abandonada por el Ayuntamiento la idea de un intercambiador de transporte. Localizaciones en las que son fáciles las obras de construcción, no afectan a la estructura del mercado y con suficiente proximidad al edificio.
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e) La planta baja y la plaza

Una vez que se apuesta por la consolidación del triángulo central como una gran plaza pública, parece lógico que los locales que se localizan en la planta baja estén destinados a actividades con una gran presencia a lo largo del día y parte de la noche, para garantizar la vida urbana en esta plaza y ayuden a su vigilancia y seguridad a lo largo de todo el año.

No parece lo más adecuado ubicar unas instalaciones administrativas con un horario de cierre a las tres de la tarde, más los días festivos y vacacionales. Cerradas las oficinas y apagadas las luces, solo quedan unos huecos oscuros y sin habitantes, lo que generaría un perímetro muerto y poco atractivo, por no decir hostil.

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f) Conexión con Madrid Río

Si defendemos esta nueva plaza arbolada como una charnela de conexión entre la ciudad central, entre la Plaza de Legazpi y Madrid Río, es necesario abrir la planta baja del ala lindante con el parque, creando un amplio espacio porticado que permita la conexión visual y física entre estos espacios. Dada la rigurosa geometría que configura la estructura de este edificio, es fácil de conseguir y hacer atractiva esta transparencia y conexión.

g) El vértice junto a la Plaza de Legazpi

Hay que valorar como muy positiva en la propuesta presentada por el Área de Gobierno de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, la posibilidad de una ocupación casi inmediata de las dos edificaciones de baja altura por parte de EVA, permitiendo con ello mantener la actividad de este colectivo simultáneamente a la ejecución de las obras necesarias para la adecuación del resto del edificio. El carácter más o menos permanente de esta ocupación es algo que habrá que debatir entre EVA y el Ayuntamiento. Desde mi punto de vista, cabe e incluso entiendo conveniente, descalificar esta pequeña proa como uso terciario, recuperando su calificación de equipamiento con que figuraba en el planeamiento original. Descalificar para recalificar no es un procedimiento extraño en la práctica municipal. Con los ayuntamientos del PP siempre se hacía a favor del negocio inmobiliario privado. Ahora hágase a favor de los ciudadanos.

B. VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS

Cuando se quiere rehabilitar un edificio, al que se le otorga un valor patrimonial importante, con la finalidad de acoger nuevos usos, muy distintos a los que justificaron su construcción, debemos asumir unas normas de intervención que me atrevo a resumir en los siguientes puntos.
El edificio debe mantener su configuración, su estructura y su carácter. Todos aquellos elementos que lo singularizan y le otorgan el valor patrimonial.

Analizar hasta qué punto los nuevos usos para los que se quiere rehabilitarlo son coherentes, en términos generales, con la forma y la fábrica del edificio, sin necesidad de grandes transformaciones del mismo.
Más que definir los usos y su magnitud como punto de partida, para después introducirlos en el edifico con calzador, forzando su forma, dimensiones y composición, hay que medir su capacidad de acogida. En caso de una falta de coherencia entre los nuevos usos que se quieren introducir y la capacidad de acogida del edifico, deben ser dichos usos los que se revisen, tanto en su contenido y su dimensión, y no al revés.

En nuestro caso. Si para albergar a dos mil funcionarios hay que alterar el Mercado de Legazpi en su estructura y composición, invadiendo al mismo tiempo el espacio central, deberá invertirse el proceso, partiendo de la capacidad de acogida de este edificio y reconsiderando el número de funcionarios que puede albergar junto con los otros usos asimilables a equipamientos públicos y actividades vecinales. Puede que el número adecuado sean mil quinientos o mil puestos administrativos en lugar de los dos mil demandados. Esto sería lo razonable.

Además, considero que debe haber una mezcla equilibrada de distintos usos para garantizar la condición de espacio urbano que queremos otorgar a este gran triángulo. Sin despreciar las necesidades de la administración municipal, en mi modesta opinión estimo que dos mil funcionarios marcarían con exceso el futuro carácter del edificio y de la zona.

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C. NECESIDADES MUNICIPALES Y ASPIRACIONES VECINALES

En mi condición de “compañero de viaje” de EVA y como profesional de la arquitectura y el urbanismo, quiero limitar mi opinión a los aspectos antes reseñados, dejando que sea un eficaz debate entre los vecinos y el Ayuntamiento el que determine la proporción entre las necesidades de la administración, los equipamientos demandados por el distrito y las aspiraciones vecinales. En cuanto a su localización, ya he manifestado que la planta baja debe estar vinculada a la nueva plaza aquí defendida y ocupada por actividades que mantengan una vida activa durante la mayor parte del día.

 

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